Mi nombre es JUNNYCER DEL CARMEN MAGALLANES SMITH nací el 20 de agosto de 1990 soy casada, tengo dos hijos, un hermano, yo y mi familia nacimos en Venezuela. Trabajo en la venta de caramelos acá en Bolivia nosotros ingresamos a Bolivia por medio de la frontera de desaguadero en la fecha 9 de febrero del 2020 por que Sali de Venezuela el 21 de julio de 2019 en rumbo a Perú en donde me refugie durante 7 meses y de ahí decidí venirme a Bolivia en donde esperé a mi hija por que le deje con mi madre en Venezuela, donde me dio alcance en la fecha de 16 de octubre del 2020.
Durante mi residencia en mi país trabajé en el área de recursos humanos en una empresa, además inicie la carrera de técnica en contaduría, que no logre concluirse, por el motivo que decidí venir a Bolivia a emprender un negocio en la venta de diferentes postres que puedan ser distribuidas en la ciudad de la paz.
Actualmente vivo en un hostal en una sola habitación que tiene 2 frazadas una para mí y mis hijas y la otra para mi esposo, una cocina, ducha y baño que son compartidas con otras familias que viven en el hostal.
La Fundación Munasim Kullakita me ayudo con el apoyo educativo para mis hijos, también participamos en el centro día con otras mujeres venezolanas este espacio nos ayuda a cada una a trabajar en nosotras mismas, estoy muy agradecida por todas las acciones que vienen realizando los de la fundación.
Me llamo OSWALDO PEREZ tengo 31 años soy soltero nací el 05 de abril de 1989 en apure – san francisco – Venezuela solo crecí al lado de mi madre no tengo conocimiento de mis padres por eso que solo tengo el apellido de mi madre, cuando fui pequeño sufrí de varias agresiones en donde me sentí que las demás personas, me harían daño por lo tanto me quedé solo, pero mi abuela de parte de materna me ayudó a sobrellevar la agresión que sufrí de pequeño.
En marzo del 2020 salí de mi país, por la crisis económica y por la persecución política ya que en anteriores gestiones trabajaba para el gobierno en el área de sistema informático. Pase por diferentes países como: Colombia, Ecuador, Perú y llegando a Bolivia el 10 de marzo, ingrese por Desaguadero.
Soy una población LGTBIQ+, anteriormente estaba en una relación con una persona adulta mayor de 66 años, nuestra relación se disolvió debido a que mi expareja era casado de lo cual no tenía conocimiento, por lo tanto hubo una agresión física y verbal con mi expareja.
Cuando llegue al territorio boliviano, fui a vivir en la zona Chasquipampa, ya después me traslade al refugio que se encuentra en la Zona Villa Fátima, por el mes de octubre me volví a trasladar al Hostal Waliki en donde estuve un mes, en ese mismo lugar conocí a la Sra. Erika Jenny Mamani la cual me presto una vivienda que se encuentra en la Zona Chasquipampa.
Desde que llegué a Bolivia encontré a gente muy buena que me ayudo a estabilizarme, voy a los talleres de casa Luz Verde y comparto con mis compañeros venezolanos, hablamos de nuestras diferentes historias de vida igual que a mi la Fundación Munasim Kullakita me ayudo a superar diferentes situaciones que viví.
Mi situación legal me apersone al CONARE para solicitar mi refugio en Bolivia en donde me otorgaron un refugio.
Mi nombre es EYC, tengo 21 años, y haré un retroceso de mi vida, para compartirles las etapas que me tocó vivir e hice un giro de más de 360 grados; a mis 14 años por temas económicos, mis papás decidieron que ingrese a un colegio nocturno, transcurrido el tiempo hice amistades, pero fueron “malos amigos”, mis papás nunca se dieron cuenta porque no estaban en casa, entonces podía decidir qué hacer, tomando mi total libertad.
Conocí amigos que vivían en calle, así fue como un día llegue a la Ceja- ciudad de El Alto, en ese tiempo había un “tilín” frente al Reloj, donde frecuentaban varias personas adolescentes y jóvenes, fue ahí que conocí mis nuevas amigas que me llevaron a conocer la discoteca “Oveja negra” que aún existe, donde aprendí a tomar, y empecé a frecuentar más, un día me amanecí en la Ceja de El Alto, con mis amigas, al día siguiente tenía miedo retornar a mi casa, por lo que, decidí no volver, rápidamente paso una semana y mis papás comenzaron a buscarme, cuando me encontraron regrese a mi casa con ellos, me hablaron “pero a mi ese tiempo me valía todo” es decir no les escuche, abandone los estudios me escape de mi casa, porque quería nuevamente mi “libertad” para ir a bailar y tomar y estar en la calle con mis amigas; desde ese momento que me deje mi casa, mi vida cambio en su totalidad.
Conocí otra realidad y aprendí malas cosas, pasaron los años, mis papás se agotaron en buscarme; para ese tiempo, vivía en un ”telo” (alojamiento) con unas amigas que eran buenas conmigo, me cuidaban, me daban de comer y sin darme cuenta que ellos hacían cosas muy tristes y malas para obtener un poco de dinero; durante el tiempo que viví en la calle, pase muchas veces por problemas, existían “chicos que me pegaban”, mis amigas consumían droga, y cuando estaban con mucho consumo asumían otra conducta sin importarles en cuidar su integridad.
Con el transcurso del tiempo, a los 17 años, conocí la Fundación Munasim Kullaquita, quienes me invitaron al “Centro abierto”, decidí ir en compañía de mis amigas, donde nos ofrecieron servicios, para lavar nuestra ropa, bañarnos, alimentarnos, una educadora que estaba a cargo del centro, me pregunto porque estaba en la dinámica de calle y si consumía algún tipo de droga, le respondí directamente que NO aprendí a “volar” (inhalar tiner o clefa) o drogarme (marihuana, pasta base), por miedo a mis papás se enteren y se decepcionen más de mí, a pesar de que ellos conocían mi condición de situación de calle.
Según pasaron los años, cuando tenía 19 años, conocí al papá de mis hijas, nos fuimos a tomar, sin conocerle bien y entre bebidas me embarace de mi primera hija J. cuando me enteré que estaba embarazada no quería estar en más en calle pero tenía mucho miedo de regresar a mi casa así embarazada; les conté a las educadoras y con el apoyo de ellas, me fui al hogar de la fundación, permanecí acogida más de 9 meses y después retorne a mi casa. Ese tiempo en el hogar fue lo que me ayudó a reconstruir mi proyecto de vida junto a mis compañeras, realmente era una casa donde te brindan amor, ternura que muchas veces te hace falta en casa con nuestros papás, aprendí mucho en el hogar.
Un día la casualidad de la vida, nuevamente me encontré con el papá de mi hija y volví a restablecer la relación con él, fue la peor decisión que tomé, porque nuevamente me embarace, junto a mi pareja decidimos vivir en un alojamiento; a mi hija mayor le deje a lado de mis papás, porque no quería que viva lo mismo que yo en calle, mi pareja sustraía (robaba) para sobrevivir el día a día, un día la policía lo detuvo, yo no sabía qué hacer, porque él nos mantenía, fue transferido a la cárcel (centro penitenciario a San Pedro).
Con estos problemas, fui al “Centro Escucha” de la fundación, conversé con la “señito” (educadora), ella me dijo que podía ayudarme pero tenía que iniciar un proceso de cambio de vida, lo que necesitaba en ese momento era tener un trabajo.
Era necesario alejarme de calle, acepte porque no quería estar más en calle hablamos muchas veces con los educadores, siempre hacíamos la reflexión de las oportunidades que me daba la vida; pude ver en una imagen los riesgos a los que me exponía al estar en la calle, junto a la educadora pinte mi cuerpo e identifique cuánto daño le estaba haciendo a mi cuerpo al consumir bebidas alcohólicas, al ver esa imagen sentía que todo mi cuerpo estaba lleno de alcohol, ahí tome de decisión de retomar el contacto con mis con mis papás y me ayuden en el proceso de cambio de vida, ellos se quedaron al cuidado de mis hijas, porque inicie a trabajar en la panadería de Tilata – Casa de la Ternura – Postegreso (da oportunidad de trabajo a población con experiencia en calle ) , aprendí a hornear, y ser más responsable, puse mucho empeño para salir adelante, después de un tiempo llegue asumir el cargo del horno es decir de la panadería, me sentí muy bien, feliz porque generaba mi propio dinero, compre algunas cosas vivir en mi cuarto en alquiler, abrí mi cuenta en el banco, después de 2 años, me dieron un emprendimiento con un capital semilla, con mi propia “Panadería”, iniciando con la venta de pan y rollos de queso, entre otros, etc.
Les denomino “mis educadoras” porque están muy felices por mí, de ver cómo he cambiado mi vida, por las mañanas vendía pan y empecé ahorrar. Decidí también buscar un trabajo de medio tiempo en coordinación con la educadora, e ingrese a trabajar a una empresa de limpieza, ya trabajo alrededor de 3 años, ahora estoy encargada del área, dirijo un grupo de 15 personas, ahora no necesito de nadie, no tengo miedo de estar sola con mis hijas, mis papás están felices al verme tan cambiada; no fue fácil llegar donde estoy ahora, tuve que pasar momentos muy tristes y a veces quería dejarlo todo, pero NO, porque ahora pienso en mis dos hijas y mis papás que están orgullosas de mi persona, solo puedo decirles mediante esta historia de mi vida que plasmo en estos párrafos, a las chicas y chicos en situación de calle, y adolescentes que están conociendo la calle, que todo es un rato y todo tiene consecuencias, busquen ayuda antes que sea tarde y a la gente que critica o insulta a las personas que están en calle, decirles que todos tienen una historia y un porque tomaron la decisión de salir de casa, no les juzguen, más bien hagan algo por ellos, a la fundación decirles que fueron el pilar para cambiar mi historia de vida que me acompañaron en todos los procesos a pesar de mis recaídas ellos perseveraron y confiaron en mí, gracias gracias, gracias.